Cada vez es más común encontrar publicaciones que equiparan el sistema nervioso del aparato digestivo con el cerebro. Hoy vamos a analizar algunas de las afirmaciones e interpretaciones erróneas que se hacen sobre este tema.
Empecemos comparando el sistema nervioso que tiene todo el sistema digestivo, unos cien millones de neuronas, con el cerebro. Cien millones de neuronas pueden parecer muchas, pero en el cerebro tenemos unos 86.000 millones de neuronas. O sea que por cada neurona en el intestino, tenemos 860 en la cabeza. Las cifras están en otra escala, es como si comparáramos un sueldo en el que te pagan un euro al mes con uno en el que te pagan 860 euros. Pero es que además, las neuronas en el intestino forman estructuras muy simples con funciones sencillas que en nada se pueden comparar con las macroestructuras que hay en el cerebro. Así que ni cuantitativamente ni cualitativamente estas estructuras son comparables.
La segunda metedura de pata trata sobre la serotonina intestinal. Sobre este tema hay que entender que muchas de las sustancias que producimos en el cuerpo, según donde se produzcan, tienen funciones distintas y la serotonina, que en el cerebro es una molécula neuroactiva implicada en nuestros estados de ánimo, no es una excepción.
En el intestino hay células epiteliales, no neuronales, que producen serotonina para controlar los movimientos peristálticos del intestino, los movimientos que mueven toda la comida a lo largo de todo el intestino. Como el intestino es muy grande, si contamos toda la seronina que tenemos en el cuerpo, resulta que entorno al 90% está en el intestino. Pero, y este es un gran pero, no se ha demostrado que la serotonina que tenemos en el intestino llegue al cerebro y pueda influir en su funcionamiento.
Aparte de todo esto, sí que es verdad que hay estudios que indican que la flora bacteriana podría influir en ciertos procesos controlados por el cerebro como el apetito o algún estado anímico. Pero estos estudios todavía son muy preliminares, por lo que hay que ser muy cautos con los resultados.
Además, el hecho de que cambios en un tejido, como son los cambios en la flora bacteriana, influyan en el cerebro no es algo especial del intestino, sino la consecuencia de que todas las partes del cuerpo forman un conjunto que se comunica, que se influye entre sí, y esto influye al cerebro.
Sobre Neurocosas:
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