Tic tac. Tic tac. Tic tac. Algunos dicen que el tiempo se acaba. Tal vez sea cierto. Tras décadas de abusos, consumos, explotación desmesurada de recursos y una búsqueda idealista de confort nos encontramos en un cruce de caminos. Y la decisión es determinante. El placer del instante frente al coste de las consecuencias. ¿Suficiente argumento para apagar la luz? ¿Suficiente argumento para que el mundo deje de moverse? Probablemente no. Ahora bien… ¿podríamos ser 100% renovables? ¿Cuál es la solución, si la hay, para este caos de consumo y contaminación?