Un mal invisible pero presente
La contaminación acústica propia de la vida moderna y las ciudades, tiene efectos muy nocivos en la salud de las personas, desde insomnio a irritabilidad, pasando por dificultades en el desarrollo cognitivo, supone un problema grave a tener en cuenta. De hecho, ya en la antigua Roma, existían leyes que prohibían la circulación de carros por la noche.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido es uno los factores ambientales que mayor cantidad de enfermedades provoca. El problema es que parece que la sociedad en general se ha acostumbrado soportarlo y lo que es más grave, también a generarlo, por lo que se trata de un aspecto al que continúa sin atribuírsele las nocivas consecuencias que en realidad supone en relación a la calidad de vida y a la contaminación del entorno.
Sin embargo, hay otro problema fundamental al que, lamentablmente, se le da menos importancia: sus efectos dañinos en el medio ambiente y los ecosistemas.
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La elección de un hábitat por parte de los animales depende, y mucho, de los ruidos que se producen en él. Si un animal no puede tolerar el ruido del entorno, no tolerará ninguna de sus condiciones. Eso hace que la contaminación acústica cerca de reservas forestales ya sea de vehículos, fábricas o excesivo turismo a estas areas, altere el delicado equilibrio de los ecosistemas salvajes.
Si los animales en los escalones más bajos de la pirámide alimentaria huyen, tambien los harán sus depredadores, esto causa un desequilibrio en la cadena de ese ecosistema, y los que no fuesen ahuyentados por el ruido, empiezan a crecer fuera de control por la reduccion o completa ausencia de sus depredadores. Eso empieza a afectar también a la flora, cambiando por completo paisajes y zonas.
Los pájaros en una ciudad necesitan cantar y llamar de manera más prolongada (y a mayor volumen), que cuando vive en el campo.
De hecho, debido a la contaminación acústica, algunas especies como el petirrojo europeo que vive en ciudades ha comenzado a cantar de noche, para que se le oiga y pueda sobrevivir reproduciéndose.
Del mismo modo, todos aquellos animales que dependen del sonido para cazar, o no ser cazados, también abandonan el entorno de las ciudades.
Se ha estudiado cómo el ruido del tráfico afecta también al proceso reproductivo de las ranas en zonas metropolitanas. Ese ruido ahoga las llamadas de apareamiento de los machos, de manera que no pueden perpetuarse.
Como vemos, la contaminación acústica no solo tiene efectos nocivos en la salud de las personas. También afecta gravemente a los animales y, a través de ellos, se altera negativamente el equilibrio de los ecosistemas, tanto terrestres, como marinos.
Por desgracia, la contaminación acústica es uno de esos problemas ambientales a los que no damos toda la importancia que realmente tienen. Por eso, cualquier acción para concienciar sobre esa contaminación, o reducirla, es fundamental para un futuro sostenible.
Son muchas las sugerencias o consejos que se pueden dar o se han dado respecto a la reducción de la contaminación acústica, hoy día, por el ritmo de vida que llevamos, sobre todo en las ciudades, se podría decir que es hasta imposible eliminar la contaminación acústica, pero va en cada uno nosotros mismos tomar conciencia de cuanto podemos aportar a la reducción de este mal invisible pero muy presente, piensalo y haz tu parte.