Cuando alguien me pregunta por qué no se invierten los recursos dedicados a la exploración espacial en arreglar algún problema de nuestro planeta, se me despierta una especie de instinto homicida. Dejando de lado la cantidad de ciencia que se pone en práctica; los conocimientos que se adquieren —sobre nosotros y nuestro lugar en el cosmos—; obviando los inventos y técnicas que surgieron, y que ahora se integran en nuestra vida (como por ejemplo, la comida para bebés, el marcapasos, técnicas de depuración de agua, satélites de comunicaciones, el GPS, y mucho más); ignorando el hecho de que el porcentaje de dinero usado es irrisorio en relación a otros presupuestos de estado de dudosa utilidad; e incluso pasando por alto que se mueven más millones, digamos en el fútbol, que sirve para el entretenimiento pero no arregla problemas en absoluto…
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